Biden Prometió Proteger a las Familias Inmigrantes Como la Mía. En Cambio, Deportó a mi Hijo.

Más de 2 millones de personas han sido deportadas y expulsadas desde que el presidente Biden asumió el cargo

UnitedWeDream.org
4 min readMar 15, 2022

Por: Maricela Santos Hernández

Mi historia es como la de muchos inmigrantes.

Soy una madre soltera con dos hijos que tomó la difícil decisión de dejar mi país con la esperanza de darle a mi familia y a mis hijos pequeños una vida mejor y más segura. La decisión de crear una nueva vida para mi familia en los EE. UU., un país desconocido para nosotros, fue espantoso. Pero como madre, la seguridad de mis hijos siempre ha sido mi máxima prioridad. Entonces, cuando descubrí que alguien cercano a nuestra familia les estaba causando daño y trauma, supe que haría todo lo que estuviera a mi alcance para protegerlos.

Es un error común pensar que emigrar a los EE. UU. es un proceso fácil. Para los inmigrantes negras, indígenas y de color en particular, ha habido y sigue habiendo muchos obstáculos diseñados a mantenernos fuera. Ya sea por la violencia contra los negros y las muertes a manos de la aplicación de la ley de inmigración o políticas como el Título 42 que expulsan rápidamente a los inmigrantes negras, indígenas y de color a tasas desproporcionadas, el sistema de inmigración de nuestro país siempre se ha basado en la disuasión en lugar de construirse sobre sistemas humanos y equitativos que acogen a familias como la mía.

Debido a esta realidad, emigrar a los EE. UU. junto con mis hijos todos a la vez, no era una opción. Tuve en cuenta las realidades de las familias detenidas y separadas al ingresar y tomé la decisión de emigrar a los EE. UU. primero para asegurarme de poder ahorrar suficiente dinero para comenzar la nueva vida de mi familia.

Después de dos años de trabajar en los EE. UU., finalmente me reuní con mis hijos. A pesar de trabajar, la búsqueda de una vida sostenible parecía imposible para mí y mi familia. Como solo sabía español y no tenía acceso a una comunidad, era difícil sobresalir y al mismo tiempo apoyar a mis hijos a través del costo emocional de estar en un ambiente completamente nuevo con nuevas escuelas, nuevos compañeros, nuevo hogar.

Mis hijos y yo habíamos recibido terapia por el trauma que enfrentamos tanto en México como en nuestro viaje a los EE. UU. pero, cómo entienden muchos sobrevivientes de trauma, esas heridas son difíciles de curar e incluso cuando lo hacen, las cicatrices permanecen.

Sigo teniendo esas cicatrices y hay días en que se sienten como heridas recién abiertas. Cuando mi hijo mayor, Ángel, era un adulto con tres hijos propios, estuvo detenido durante tres años, enfrentando constantes abusos dentro de los centros de detención. Ángel había sido arrestado después de que los oficiales dijeran que no se presentó a su cita en la corte de inmigración. Yo había ido con Ángel a la corte ese día, pero a pesar de las obvias mentiras de los oficiales, procedieron a arrestarlo e irrumpieron en nuestra casa con las armas en la mano para decirnos que se habían llevado a mi hijo. Mis tres nietos, todos menores de tres años en ese momento, presenciaron con horror.

Durante tres años, mi hijo sufrió abuso físico y psicológico a manos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Durante tres años estuvo separado de sus bebés. Durante tres años, se sentó en una celda, extrañando a su familia. Justo cuando pensé que finalmente podría volver a casa con nosotros, Ángel fue deportado un mes después de la asunción del presidente Biden.

Cuando recibí la noticia me sentí impotente, me sentí vacía. ¿Cómo puede ser esto cierto? ¿Cómo podría ser el caso que tantas familias como la mía se encuentren con aún más trauma y violencia cuando tratamos de mejorar nuestra vida en los EE. UU.?

En el centro del sistema de inmigración de este país se encuentran familias como la mía que toman la difícil y dolorosa decisión de emigrar y se encuentran con más abusos, traumas e incluso la separación familiar a manos de agencias crueles y traumáticas como ICE y CBP.

Muchos, como yo, creíamos que después de que Trump dejará el cargo, el dolor y la ansiedad que sentíamos como inmigrantes llegaría a su fin. Pero eso no fue el caso, sin embargo, más de 2 millones de personas, la mayoría de las cuales son personas negras, indígenas, de color y LGBTQ, han sido deportadas bajo el presidente Biden.

Antes tenía miedo de contar mi historia por muchas razones, pero ahora siento que si no hablas los demás no sabrán por lo que realmente estás pasando. Sé que muchas de las cosas que me han pasado a mí y a mi familia no se pueden revertir, pero al contar mi historia, espero que otros vean que no están solos en su lucha.

El presidente Biden tiene el poder y el deber moral de cumplir sus promesas de proteger a la comunidad inmigrante, poner al fin todas las deportaciones y traer de vuelta a nuestros seres queridos que fueron deportados. Mi mayor deseo es que mi hijo vuelva a casa. Es por eso que viajé a Washington, D.C. en el empieso de este mes para estar al frente de la Casa Blanca para poder contar mi historia.

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